En Concepción, la población todavía busca agua, alimentos y combustible
En Concepción, la población todavía busca agua, alimentos y combustible
En la zona cercana al epicentro se decretó toque de queda entre las 9 de la noche y las seis de la mañana para acabar con el pillaje sobre todo en los supermercados.
"Está lleno. Tienen agua, alimentos, pañales, leche. No dejan entrar. Hay carabineros", dice un hombre frente a un supermercado de Concepción, saqueado una hora antes por habitantes en busca de provisiones, dos días después del sismo que sacudió Chile.
"Lo ideal sería que lo entregaran o lo vendieran al menos", dice por su parte Carmen Norín, ama de casa de 42 años, mientras un carabinero (nombre que se da en Chile a la policía) resguarda la entrada que tiene los vidrios rotos.
Refuerzos militares y policiales fueron enviados a ésta, la segunda ciudad de Chile, en virtud del estado de excepción declarado el domingo por la presidenta Michelle Bachelet en las regiones de Maule y Biobío, un día después del sismo de magnitud 8,8 que dejó 723 muertos según un último balance.
En Concepción, cerca del epicentro, un toque de queda para acabar con el pillaje en los almacenes fue decretado el domingo entre las 9 de la noche y las 6 de la mañana, una novedad desde el final en 1990 de la dictadura de Augusto Pinochet.
"Donde saquearon ayer, no hay nada. Saquearon todo en los supermercados, las farmacias, hasta los remedios para revenderlos", cuenta una cajera de 55 años que pidió mantener el anonimato.
"La municipalidad tiene un local con (efectivos del) Ejército para entregar agua y la Radio Biobío entrega remedios e informaciones pero necesitamos de todo; pan, leche", agrega.
Ante la lentitud de la llegada de la ayuda, entorpecida por los daños causados en la infraestructura de carreteras, muchas personas continúan ingresando a la fuerza a los almacenes.
En lo alto de un balcón de uno de los establecimientos un hombre lanza cartones de leche a la gente que la espera abajo. Al lado algunos reparten sacos de harina. Pero huyen cuando viene el camión lanza agua, un blindado y dos vehículos de donde salen una treintena de gendarmes equipados con cascos, escudos, bastones y chaleco antibalas.
Las fuerzas del orden dispersan rápidamente la multitud y arrestan solamente a dos personas y dejan partir a los que se llevan alimentos.
"Si es comida básica, leche, harina, agua, pañales, no lo van a detener. Pero si es televisor, lo van a detener", dice el inspector de la PDI (Policía de Investigación) Carlos Huerino.
Los primeros militares llegaron a la ciudad cuando caía la noche para hacer respetar el toque de queda, bajo los aplausos de una parte de la población.
"Está bien que vengan porque hay mucho desorden", dice Carmen Norín.
"Dicen que se escaparon prisioneros. Parece que hubo un incendio en la (cercana)
cárcel de Manzano".
En la radio los oyentes se quejan de los robos de sus casas abandonadas. Eliécer Solar, jefe de la policía local, cree que las fuerzas del orden son todavía insuficientes y pide refuerzos.
Durante la noche una persona murió de un balazo, pero la mañana del lunes las calles estaban calmas.
En la salida de la ciudad, sin embargo, cerca de 200 vehículos hacían fila en una estación para obtener combustible.
-AFP
En la zona cercana al epicentro se decretó toque de queda entre las 9 de la noche y las seis de la mañana para acabar con el pillaje sobre todo en los supermercados.
"Está lleno. Tienen agua, alimentos, pañales, leche. No dejan entrar. Hay carabineros", dice un hombre frente a un supermercado de Concepción, saqueado una hora antes por habitantes en busca de provisiones, dos días después del sismo que sacudió Chile.
"Lo ideal sería que lo entregaran o lo vendieran al menos", dice por su parte Carmen Norín, ama de casa de 42 años, mientras un carabinero (nombre que se da en Chile a la policía) resguarda la entrada que tiene los vidrios rotos.
Refuerzos militares y policiales fueron enviados a ésta, la segunda ciudad de Chile, en virtud del estado de excepción declarado el domingo por la presidenta Michelle Bachelet en las regiones de Maule y Biobío, un día después del sismo de magnitud 8,8 que dejó 723 muertos según un último balance.
En Concepción, cerca del epicentro, un toque de queda para acabar con el pillaje en los almacenes fue decretado el domingo entre las 9 de la noche y las 6 de la mañana, una novedad desde el final en 1990 de la dictadura de Augusto Pinochet.
"Donde saquearon ayer, no hay nada. Saquearon todo en los supermercados, las farmacias, hasta los remedios para revenderlos", cuenta una cajera de 55 años que pidió mantener el anonimato.
"La municipalidad tiene un local con (efectivos del) Ejército para entregar agua y la Radio Biobío entrega remedios e informaciones pero necesitamos de todo; pan, leche", agrega.
Ante la lentitud de la llegada de la ayuda, entorpecida por los daños causados en la infraestructura de carreteras, muchas personas continúan ingresando a la fuerza a los almacenes.
En lo alto de un balcón de uno de los establecimientos un hombre lanza cartones de leche a la gente que la espera abajo. Al lado algunos reparten sacos de harina. Pero huyen cuando viene el camión lanza agua, un blindado y dos vehículos de donde salen una treintena de gendarmes equipados con cascos, escudos, bastones y chaleco antibalas.
Las fuerzas del orden dispersan rápidamente la multitud y arrestan solamente a dos personas y dejan partir a los que se llevan alimentos.
"Si es comida básica, leche, harina, agua, pañales, no lo van a detener. Pero si es televisor, lo van a detener", dice el inspector de la PDI (Policía de Investigación) Carlos Huerino.
Los primeros militares llegaron a la ciudad cuando caía la noche para hacer respetar el toque de queda, bajo los aplausos de una parte de la población.
"Está bien que vengan porque hay mucho desorden", dice Carmen Norín.
"Dicen que se escaparon prisioneros. Parece que hubo un incendio en la (cercana)
cárcel de Manzano".
En la radio los oyentes se quejan de los robos de sus casas abandonadas. Eliécer Solar, jefe de la policía local, cree que las fuerzas del orden son todavía insuficientes y pide refuerzos.
Durante la noche una persona murió de un balazo, pero la mañana del lunes las calles estaban calmas.
En la salida de la ciudad, sin embargo, cerca de 200 vehículos hacían fila en una estación para obtener combustible.
-AFP
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