La ley de la selva se impone en Concepción a un día del terremoto

La ley de la selva se impone en Concepción a un día del terremoto

Centenares de ciudadanos gritaban a los pocos carabineros que custodiaban los establecimientos para que conocieran su situación desesperada



La ley de la selva se ha impuesto en Concepción, la ciudad más afectada por el terremoto que este sábado sacudió a Chile, donde el desabastecimiento, la desesperación y la ausencia de autoridad han derivado en saqueos.

Después de más de 30 horas sin luz, agua ni alimentos a causa del terremoto de más de 8 grados Richter que ha causado más de 700 muertos, dos millones de damnificados y cuantiosos daños, muchos vecinos de Concepción, la tercera ciudad más grande de Chile, se lanzaron a la calle en busca de suministros básicos.

Desesperados después de haber pasado la noche en la calle por miedo a una nueva catástrofe, se atrincheraron hoy frente ante los grandes supermercados a la espera de que abrieran sus puertas para poder adquirir alimentos.

Centenares de ciudadanos, entre ellos muchos ancianos y niños, gritaban a los pocos carabineros que custodiaban los establecimientos para que conocieran su situación desesperada.

Ante la falta de respuesta oficial, comenzaron a invadir por la fuerza los supermercados más importantes de la ciudad, lo que primero fue reprimido por la policía con gases lacrimógenos, pero finalmente fue aceptado por los guardias que durante horas intentaron controlar una situación incontrolable.

Como consecuencia de los saqueos, la presidenta Michelle Bachelet decretó hoy el estado de excepción por 30 días en las regiones de Maule y Bío Bío. A esta última pertenece Concepción, situada a 515 kilómetros al sur de Santiago.

Antes de conocerse esta medida, la alcaldesa de la ciudad, Jacqueline Van Rysselberghe, había reclamado al Gobierno el envío de más fuerzas de seguridad para "restituir el orden".

"La gente decente quiere seguridad", añadió la alcaldesa, del ultraconservador partido Unión Demócrata Independiente (UDI). "Se necesitan marinos y militares en las calles, porque hay un caos", afirmó a Radio Cooperativa.

"Es terrible. Están arrasando los supermercados, peleando como verdaderos animales por la comida. Es caótica la situación", advirtió a Efe Mónica Leal, de 40 años, que por su embarazo esperaba a la salida de un establecimiento a que su marido y sus tres hijos le trajeran lo que pudieran.

Aunque las fuerzas de seguridad permitían que los vecinos se hicieran con productos básicos, muchos de los asaltantes cargaron como pudieron con productos de dudosa necesidad, como neveras y televisores.

"Si sacamos cosas de los supermercados es porque no hay qué comer. Esto sucedió justo a fin de mes cuando no te quedan alimentos, y la plata (dinero) en estos momentos no te sirve de nada. Tienes que rebuscarte cómo tomar agua, alimentarte, dormir, calentarte y cocinar, porque no hay dónde comprar gas", explicaba Mónica.

Para ella, la situación es muy crítica. "No hay agua para beber. Empezamos sacando la de los estanques de los edificios, pero muchos están ya vacíos. Para los baños, el agua se saca del río o de los pozos", explica.

Muchos negocios pequeños se han aprovechado de la situación de desabastecimiento para elevar considerablemente los precios.

"Lo poco que tienen lo están vendiendo a un precio altísimo", denunció Mónica.

En medio de la descontrolada situación, algunos ciudadanos han saqueado farmacias y cajeros automáticos, mientras que los más ordenados esperaban interminables colas para comprar combustible, cuya venta ha sido restringida porque hay desabastecimiento en algunas gasolineras.

Durante todo el día se han repetido también las escenas de vecinos que se han acercado a varias fuentes de agua de la ciudad para rellenar botellas y bidones, porque la falta del vital elemento ha provocado que no tengan ni siquiera un lugar para ir al baño.

Aunque los bomberos han empezado a distribuir algo de agua potable, todavía el reparto es prácticamente insignificante con respeto a la cantidad de población afectada.

Los vecinos de Concepción se quejan de la escasa ayuda oficial que están recibiendo por parte de las autoridades.

"Es triste, pero se está aplicando la ley del más fuerte. Dijeron que iba a llegar ayuda, pero yo la ayuda no la he visto por ninguna parte", lamentó Juana Ortega, de 65 años.

Ajenos a la caótica situación que reina en la ciudad, de unos 220.000 habitantes, los equipos de rescate continúan trabajando en el bloque de edificios bajo cuyos escombros permanecen sepultadas decenas de personas. EFE

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