Filas en supermercados y estaciones de Santiago de Chile tras terremoto

Filas en supermercados y estaciones de Santiago de Chile tras terremoto

Muchos establecimientos no abrieron sus puertas, y los que atendieron lo hicieron a medio gas, debido a la falta de personal y al temor a que se produjeran saqueos.



Largas filas en supermercados, gasolineras y en estaciones de autobuses afloraron en Santiago de Chile, que lentamente recuperaba la normalidad un día después del fuerte terremoto que dejó 708 muertos y dos millones de damnificados.

En una atípica mañana de domingo, los santiaguinos esperaban pacientemente para abastecerse con productos de primera necesidad, temerosos de quedarse sin alimentos para los próximos días.

Aún así, en Santiago, donde hubo más de treinta fallecidos, la situación era mucho más esperanzadora que en la región del Maule y del Bío Bío, las más afectadas por el sismo.

"Vamos a tratar de tener lo necesario para los próximos días. Lo más importante es la leche para los bebés, pan, y algo para cocinar, lo esencial", manifestó a Efe un hombre que hacía fila en un pequeño supermercado del barrio de Providencia.

Muchos establecimientos no abrieron hoy sus puertas, y los que atendieron a los ciudadanos lo hicieron a medio gas, debido a la falta de personal y al temor a que se produjeran saqueos, como sucedió en Concepción, una de las ciudades más afectadas por el sismo, de más de 8 grados en la escala de Richter.

Pedro Grandón, un vecino del barrio de Providencia, al oriente de la capital, también acudió al supermercado para comprar víveres, aunque llamaba a actuar con racionalidad, "porque hay mucha gente que también tiene que alimentarse".

"Estoy más asustado por la familia que está lejos que por quedarme sin alimentos", relataba a Efe mientras esperaba para comprar leche y pañales.

Otra mujer, Irma, salía de un supermercado acompañada por tres mujeres más, todas cargadas con bolsas de comida, tras llegar desde su domicilio, situado en el barrio de Conchalí, al noroeste de la ciudad.

"Es horrible porque yo vivo en Conchalí y vine a comprar a Providencia porque allí está todo cerrado y en algunos supermercados que estaban abiertos había peleas", señaló.

Entre las decenas de personas que esperaban durante una hora para entrar al supermercado se encontraba Yolanda, que aguardaba con paciencia para conseguir carbón, carne y verduras, los elementos indispensables para hacer un buen asado.

"Mi casa es antigua y grande, construida en 1985, y no se movió nada. Ni un vaso", relató.

Junto al supermercado, una veintena de vehículos hacían fila para entrar a una gasolinera, situación que se repitió en buena parte de las estaciones de servicio de Santiago.

Pese a que la Asociación de Distribuidores de Combustibles (Adico) avisó de que el abastecimiento de gasolina está asegurado durante las próximas dos semanas, muchos ciudadanos abarrotaron las gasolineras para llenar los depósitos de sus automóviles.

"Llega la semana, hay que empezar a trabajar, a movilizarse, y hay que tener bencina", dijo a Efe un conductor, que confesaba no haber esperado nunca más de veinte minutos para poner gasolina.

"Yo no tengo luz y entonces no tengo idea de qué es lo que está pasando, si hay más bencina, si va a haber mañana (...) entonces por si acaso. Mi hermana está esperando para viajar al sur, así que en una de esas para tener gasolina para viajar al sur con ella", explicaba.

Otro punto de la capital donde se amontonaba la gente eran las estaciones de autobuses, donde decenas de personas trataban, sin éxito, viajar por carretera al sur del país para reunirse con sus familias tras el terremoto.

En la estación de autobuses de Santiago, en el centro de la ciudad, muchas compañías de transporte tenían carteles en sus mostradores donde indicaban la suspensión de los viajes a las ciudades de las regiones afectadas por el sismo.

Carlos Araneda, vendedor de billetes de una compañía que viaja a Concepción y Talcahuano, contó que es imposible acceder por carretera a esas ciudades, y lamentó la angustia de las personas que no tenían más remedio que quedarse en Santiago.

"La gente que está aquí en Santiago está desesperada por irse, pero desgraciadamente no podemos cumplir con el servicio que necesitan", dijo a Efe.

Angustia como la de Ever Castillo, quien buscaba cómo llegar a Concepción, donde se encuentran su mujer y sus dos hijos pequeños, de quienes no ha tenido ninguna noticia.

"Necesito viajar para ver a mi familia, estoy justo donde sucedió el terremoto y necesito ir a verlos. Tengo dos niños pequeños y mi señora, están solos y necesito viajar urgente porque no he podido hablar con ellos", explicó nervioso.

Mejor suerte tuvo Gustavo, un obrero que se encontraba en la capital trabajando temporalmente y que, junto a otros compañeros, consiguió billetes para ir hasta Chillán, cerca de una pequeña localidad donde vive su familia.

"Queremos ir a ver a la familia porque allí las casas cayeron todas. La gente está bien pero las casas cayeron todas y estamos preocupados por los hijos", dijo.

EFE

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